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Los
somníferos pertenecen al grupo de los narcóticos sintéticos, un
campo extendido formado por muy diversos tipos de sustancias. Como
no interesa dar detalles de todos ellos, nos vamos a centrar en
un tipo más conocido por todos nosotros, los barbitúricos. Esta
droga es bien conocida en nuestra sociedad, debido, en gran parte,
al sector médico, ya que a falta de otro tipo de medicamento se
comenzó a recetar como tranquilizantes diferentes tipos de barbitúricos. |
Así encontramos algunos tan comunes como Valium, Tranxilium o Seconal.
Como casi todo en esta vida, el mal uso o el abuso de estas sustancias
puede tener consecuencias irreparables y llevarte incluso a la muerte.
Basta con decir que la intoxicación aguda mata de manera prácticamente
infalible- si no se produce una intervención inmediata-. La muerte
puede darse por falta de oxígeno en el cerebro o por ahogo en el
propio vómito, ya que los efectos que causan son confusión mental,
falta de reflejos y torpeza, descoordinación motriz,... En cuánto
a las repercusiones al organismo afectan gravemente al hígado y
al riñón, producen erupciones cutáneas, dolor en las articulaciones,
bajones de tensión, neuralgias (dolor intenso en el trayecto de
un nervio), estreñimiento y tendencia al paro cardíaco. El mayor
peligro, no obstante, es la sobredosis accidental porque los barbitúricos
crean tolerancia en el cuerpo, pero aunque aumenta la tolerancia
física, no disminuye el umbral de la dosis mortífera, o sea, tu
cuerpo con el tiempo admite una cantidad mayor en las dosis, pero
la sustancia sigue siendo igual de peligrosa para ti. Además su
adicción es similar a la de la heroína, crean mucha dependencia
física y son muchísimo más fáciles de conseguir (sólo hay que acercarse
a una farmacia). Con poco más de un mes ya se puede haber creado
dicha adicción y su abstinencia llega a niveles tan duros como los
del alcohol, por lo que la persona suele ser internada en un unidad
de cuidados intensivos. Lo atrayente de esta sustancia es el efecto
de desinhibición que crea. En 1948 se hizo un experimento con reclusos
norteamericanos y se comprobó que se volvían individuos agresivos,
no coordinaban al hablar y no mostraban ningún tapujo para masturbarse
en público. Cada uno es libre de hacer su propio juicio.
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